El padre de la implantología, el Dr. Brånemark, fue quien descubrió el concepto moderno de «osteointegración«, digamos que sería la capacidad de un material, en este caso el titanio, para «pegarse» al hueso, las células del hueso se adhieren a la superficie del implante. Con ese descubrimiento, diseñó el primer implante, cuyas características difieren de forma considerable al diseño de los implantes actuales.
El implante del Dr. Brånemark, se colocaba dentro del hueso y quedaba fuera de él la parte para conectar la prótesis, para atornillarla, una vez pasado el tiempo de espera para que el implante se adhiriese al hueso (en aquel entonces, el tiempo de espera era de 6 meses, actualmente, dado al diseño de las nuevas superficies de implantes, se ha reducido a 2-3 meses de forma standard y a 15-21 días en implantes de nueva generación a día de hoy). Esta parte que quedaba fuera era un hexágono externo, donde la prótesis, «funda» o «corona» se atornillase en el implante y quedase fija sin movilidad, gracias a un tornillo que pasaba a través de la prótesis y atornillaba esta al implante. El hexágono externo impide que la corona o funda rote, haciendo que tenga una sola posición. En caso de varios implantes funcionaba para asentar la prótesis en su conjunto.
Con el tiempo, se observó que con dicho diseño del hexágono externo, el ajuste no era perfecto, existía cierto «desajuste» mínimo entre ambas partes no solventable a nivel técnico (un GAP) lo que hacía que la prótesis tuviera más facilidad para aflojarse el tornillo pasante y que esta se moviese, permitiendo al mismo tiempo también la entrada de bacterias a la zona de «conexión del implante». Hay estudios donde se observa que existe dicha entrada de bacterias en el interior. Esto puede hacer que empeore la situación de la encía y el hueso que rodea a nuestros implantes, pudiendo hacer que se inflame (enfermedad denominada «mucositis«) e incluso ayudando a su pérdida de hueso alrededor del mismo (enfermedad denominada «periimplantitis«).
Por otra parte, dado al tipo de conexión, el eje de soporte de todas las fuerzas de la masticación recaen sobre el tornillo pasante, ayudando también a su aflojamiento o incluso a la rotura de dicho tornillo.
Con todo esto, se rediseñó la conexión de los implantes y aparecieron las conexiones «internas», donde la parte de la prótesis se introduce en parte dentro del implante, siendo este un hexágono, un octógono o un cono morse interno u otras variedades. Con esto se consiguieron varias cosas, que la probabilidad de aflojamiento de la prótesis y del tornillo que la sujeta fuese menor, que se redujera la posibilidad de entrada de bacterias dentro del implante, que el ajuste de la prótesis fuese mayor, y las fuerzas de masticación no repercutieran directamente sobre el tornillo pasante, sino en el conjunto de la conexión, reduciendo la fatiga del tornillo y la posibilidad de su rotura. No obstante, siempre existen factores varios que pueden dar lugar a dichas complicaciones, pero con un implante de conexión interna, tal y como hemos explicado y como se demuestra en los estudios de investigación, se minimizan, siendo dentro de estas la de cono morse la mejor opción.
Por otra parte, se observó que en los implantes de conexión interna con «cambio de plataforma», concepto que usamos los odontólogos para definir un tipo de diseño de nuestras prótesis y de nuestros implantes, reducía la pérdida de hueso que envuelve a nuestro implantes respecto a otros implantes como los de conexión externa o interna sin dicha característica. Hay estudios que demuestran que la pérdida de hueso es mayor en los implantes de conexión externa que de conexión interna con cambio de plataforma.
A día de hoy, los odontólogos podemos elegir entre ambas opciones, interna o externa. Los implantes de conexión externa han funcionado y funcionan bien a día de hoy como hace años, desde que los diseñó el Dr Brånemark, pero hay que destacar que con los implantes de conexión interna, principalmente con cono morse, y con cambio de plataforma reducen las posibles complicaciones protésicas de los implantes, su pérdida de hueso y filtrado de bacterias, siendo una tendencia mayor por parte de la mayoría de odontólogos a la hora de elegir un implante u otro. Existen muchos otros factores técnicos en función del tipo de paciente, diseño de la prótesis a realizar en cada caso, etc, que pueden ayudar a elegir un tipo u otro de conexión, pero la literatura respalda en principio el mejor resultado de los implantes de conexión interna y con cono morse, dado que es un diseño evolucionado y sobre el cual se trabaja en la actualidad, habiendo incluso casas de implantes que ya no fabrican o han descatalogado sus implantes de conexión externa. No obstante, y repito, hay profesionales que siguen optando por este tipo de implantes de conexión externa porque están familiarizados con ella y obtienen un excelente resultado a corto, medio y largo plazo con un buen pronóstico. Por otra parte, hay clínicas dentales cuya elección del implante de conexión externa es por su menor coste al compararlo con un implante de la misma categoría o marca de conexión interna. La elección del tipo de implante, debería ser por parte de los profesionales que van a realizar el tratamiento en función de cada caso y cada paciente, haciendo un tratamiento individualizado.
Desde mi punto de vista, y basándome en la bibliografía actual que así lo demuestra y respalda, el implante de elección sería el de conexión interna con sellado en cono morse y cambio de plataforma, ya que con ello se obtienen unos mejores resultados clínicos a medio y largo plazo. Otro tema en cuestión a tratar seria el siguiente: ¿todas las prótesis son igual? ¿El ajuste es el mismo siempre o hay diferentes formas de hacerla? En la próxima publicación trataremos de la importancia del ajuste de la prótesis y su diseño y cómo la tecnología de escaneo y fabricación individualizada de cada paciente por ordenador puede ayudar a obtener mejor calidad de la misma, con mejor ajuste y menos complicaciones (tecnología CAD-CAM).
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